viernes, 26 de octubre de 2012

LA HORA DE LOS SOÑADORES

"Son tiempos difíciles para los soñadores”. Esta es una de las frases inolvidables de la película francesa Amelie. Ha llovido desde entonces, y hoy son simplemente malos tiempos, sin más calificativos, malos tiempos para todos,… aunque quizás para los soñadores lo sean un poco menos,... al menos ellos conservan sus sueños.

Los sueños tienen el poder de alejar  la desesperanza, de abrir la puerta a la posibilidad, al mágico ¿y si…? antesala de casi todos los descubrimientos importantes. Para poder ver hay que creer, esto funciona así y no al contrario como suele pensarse, y para creer (también para crear) es necesario imaginarlo, soñarlo. Soñar no es necesariamente evadirse, soñar es simplemente anticipar, soñar es confiar en la posibilidad más allá de la probabilidad." I have a dream" dijo Martin Luther King,  y su sueño cambió el mundo. Es el poder de los que tienen un sueño, se atreven a compartirlo y a ponerlo en marcha.

Son tiempos difíciles, y justamente por ello necesitamos de soñadores, de visionarios, de anticipadores...  Necesitamos de valientes capaces de ver más allá de la niebla, de inyectadores de optimismo, de promotores de acción, de contagiadores de sueños, de generadores de ilusión. Y no necesitamos de unos pocos escogidos que nos muestren el camino, sino que necesitamos que, en cada uno de nosotros, crezca esa semilla de poder que nos convierte en dueños de nuestro destino.

Uno de los cortometrajes que suelo utilizar en las clases es “la leyenda del espantapájaros”. Un corto de animación muy premiado del madrileño Marco Besas. Esta es la historia de alguien que no quiere ser quien es, de alguien capaz de imaginar un futuro distinto y de perseguir sus sueños. Alguien capaz de rebelarse contra lo lógico para buscar lo utópico. Es un ejemplo de coraje y valentía. Del valor que se esconde en las pequeñas elecciones que nos llevan a tomar las riendas de nuestra vida, a dejar de escondernos tras las circunstancias y los victimismos, y asumir la responsabilidad de cambiar, de ser, de vivir en lugar de simplemente sobrevivir.

Es un intento de insuflar acción en mis paralizados alumnos, la enésima vuelta de tuerca al “fracasar es solo dejar de intentarlo”. Si no te gusta lo que eres, ¡cámbialo! Si lo intentas lo de menos será el resultado. 

Con toda seguridad el camino será difícil. Al igual que en el cortometraje, nuestra decisión de cambio tendrá que enfrentarse a la incomprensión y al rechazo de otras personas. Nuestra determinación debe ser más fuerte que las dudas y el miedo, que funcionaran como anclas intentando devolvernos al terreno conocido de los viejos hábitos. Nuestros motivos, nuestros “paraqués”, deben ser poderosos, son la energía que nos mueve. El espantapájaros está cansado de estar solo, cansado de provocar miedo, su necesidad de aceptación, de amistad y cariño lo impulsan… aunque los prejuicios y la intolerancia son enemigos difíciles de vencer.

Son tiempos de cambio, es cierto, y hay que adaptarse a ello. Pero cada uno de nosotros decide el rumbo y la dirección que toman sus pasos. No cambiar, permanecer amarrado al palo del que cuelga el espantapájaros en el campo de trigo, también es una elección. Y toda elección, consciente o no, voluntaria o no, tiene sus consecuencias.

Acompaño el cortometraje y la ficha con la actividad que utilizamos en clase.

¡FELIZ REFLEXIÓN!


 

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